Uuhh, loco . . .

miércoles, marzo 29

Pecados


-¿No te importa que sea pecado?-le pregunté a Candelaria.
-No-sollozó-una vez que me hube salido con lo mia voy y me confieso.
-¡Bonita religión!
-No sirve-gimió-antes de venir aquí probé haciendo promesas a cuanto santo me recomendaban. Desollé mis rodillas frente a San Antonio y he ido caminando a cada lugar donde me decían que se había aparecido una virgen sin resultado alguno. ¿Que consejo me darían sus dioses?
-¿Mis dioses? Ellos no prometen nada de lo que asegura tu dios. Nada de lo que puedan decirte mis dioses te interesaría pues no pueden darte lo que tu deseas.
-¿Y que cree que deseo, hechicera?
-A ese hombre para siempre. Es decir: que se enamore de ti, que se case contigo y tener con él descendencia. Todo eso pretendes y eso mis dioses no te pueden dar.
-Si, es cierto, quiero eso-meditó un instante y preguntó ansiosa-¿que me pueden dar tus dioses?
-Una noche con ese hombre-le contesté-y luego tal vez otra, o tal vez no. Pero tal vez si y tal vez otra noche mas . . .O algunos días mas, con sus tardes y sus noches. Puede que la muerte te encuentre de anciana en brazos de ese mismo hombre como también puede ser que esa noche, la que te ofrecen mis dioses, sea la primera y última vez que se toquen.
-Entonces no quiero lo que ellos me ofrecen.

martes, marzo 28

Penas, penitas, penas.



Uno de los gatos vino a avisarme que rondaba la casa un ser inofensivo. Esperé algunos minutos que tocaran a la puerta. Nadie llamó. Salí entonces a curiosear quien era tan tímido. Atrás de un peral que yo había sembrado pegado a la casa para que el aroma la inunde, estaba Candelaria. Miraba para todos lados, asustada, pero con un brillo de coraje en los ojos que la hacían mas bella de lo que ya era. Me tenté a hacerle un guiño a los perros para que le ladraran, delatándola, consiguiendo así que algún chismoso se entere de la presencia de la hija del matrimonio mas distinguido, piadoso y rico de la región. Pero me compadecí sospechando que sólo una pena muy grande pudo haberla traído a ella tan cerca de mi casa.
-Candelaria- le susurré haciéndome ver por ella-seguí al zorrito naranja, te va a hacer entrar en mi casa por una puerta que no se puede ver desde ningún ángulo.
Cuando el agua ya estaba lista para el té, ella entró.
-Señora-dijo sin aliento-le agradezco mucho que me reciba en su hogar y déjeme decirle que estoy tan sorprendida como honrada que conozca mi nombre.
-Conozco tu nombre como lo conocen casi todos por acá-contesté ofreciéndole un inofensivo té-pero además sé que has pasado por éstas zonas un poco alejadas y ofreciste comida a los animales. Eso está muy bien. Porque si una va a andar comiendo animales de vez en cuando, el equilibrio natural...¿qué necesitás, nena?
Candelaria rompió en un llanto dramático. Pobrecita, tenía 18 años y estaba perdidamente enamorada que es, en verdad, la única manera de estar enamorada.
-Necesito un hechizo-moqueó-un embrujo, un talismán, una pócima, un conjuro, alguna magia para que él me elija a mi.
-Todo eso es pecado-dije y pité inmediatamente para esconder mi sonrisa tras ese gesto.
-¿Pero no es usted la bruja?-protestó sorprendida-Llame entonces a su madre, por favor ¿es ella la bruja?.
-Hechicera suena mejor, gracias.
-Me disculpo. Busco a la hechicera Circe.
-Soy yo.
-La hacía mas vieja.
-Y yo te hacia mas consecuente en tu dolor.
Candelaria sonrió.

martes, marzo 21

Penélope, la reina


Soy Penélope. No me gusta que me pongan apodos. Aclarado este tema les comento que Circe entró como en crisis por un asunto de unos perros y me pidió que tipeara alguna de las recetas de sus pócimas. No pienso hacerlo. Primero porque algunas contienen sustancias ilegales para éste país y es aquí donde radiqué mi textil: no voy a comprometer mi nombre, mi capital y el capital de mi familia -¡de la cual ella es parte!- publicando, como ella pretendía, esa especie de apología de sus vicios que es totalmente inconveniente. Segundo porque ésta chica no se ha dado cuenta del potencial económico de éstas recetas. O lo que es peor y posiblemente mas certero: lo sabe y no le importa.
Yo la quiero mucho, imagínense que la vida es mas fácil sin miedo a la muerte. Pero ésta clase de cosas me dan ganas de matarla; igual me callo porque ella nunca se cansa de discutir (intercambiar ideas, diría ella) y si por alguno de sus desvaríos anímicos monta en su yegua –nunca lo suficientemente atada- “Cólera”, no la diferencias de las fieras salvajes con las que convive. Esa es otra: ¿Con qué dinero les da de comer a esas bestias?. Mas de una vez le tuve que tirar un mango. No puedo entenderla. Mi hijo Telémaco, su marido, me dice que a mi lo que mas me enfurece es que nos haya condenado a un eterno miedo a la pobreza mas que el hecho de tener que sacarle las papas del fuego de tanto en tanto. A él le pasa un poco lo mismo, me dice. Será, concluímos, que entedemos mas el capitalismo por haber sido alguna vez mortales. Esta loca ve el trabajo como una forma mas de aprender cosas. Mide las conveniencias del trabajo haciendo pesar mas las alegrías, comodidades, lazos emocionales, libertades y claridades que pueda cosechar antes que el lucro. ¡Es tan obtusa! No entiende nada y sus argumentos son irrebatibles por su ridiculez. Mi hijo la justifica mas y hasta le divierte ese rasgo, yo lo sé. Será quien se encargue, entonces, de apaciguarla cuando descubra lo que publiqué. Pero era necesario advertirles: a Circe le faltó un golpe de horno.
Y como este es un espacio gratuito no me quiero despedir sin una última recomendación:

COMPRE TEXTILES NACIONALES

Honda tristeza


Apenas puedo escribir de la pena que siento.
Faruk y Sarita me explicaron de la distancia conveniente que hay que mantener con los humanos. Yo no les quería creer porque a pesar de que fue un humano el que nos separó a mi mamá de mi y mis hermanitos; apenas me aburrí de comer tierra y basura, cuando ya el frió de las noches de invierno me estaban haciendo resfriar, fue entonces que la vi a ella, mi ser humano mas amado. Ella estaba esperando un colectivo. Cuando me acerqué, se subió al colectivo así que subí con ella. Yo creo que fue una invitación aunque no pagó mi boleto. Se sentó atrás de todo y yo corrí por todo el pasillo hasta sus faldas para demostrarle que había podido colarme. Los pasajeros empezaron a alborotarse, gritándole: “¡Tu perro se subió al colectivo!” Ella me tenía a mi sobre sus faldas, lamiéndole la cara, así que contestaba como podía: “¡Yo no tengo perro! ¡No puedo! ¡Tengo dos gatos!” Eso no le importó ni a los pasajeros ni a mi. Que tonta, no se daba cuenta que sí, que ya tenía perro, bueno perra. Ese día conocí su trabajo y a la gente que trabajaba con ella. Estuve esperando en un patio con comida y agua hasta que terminó de trabajar y me vino a buscar. Me llevó a la veterinaria y después a su casa donde conocí a Faruk y Sarita que al principio no sabían jugar pero con el tiempo fueron aprendiendo. Ahora hace rato que estoy con ella. Me prepara arroz con hígado, algunas veces consigue huesos y me los da todos. Me hace masajitos en la panza, salta conmigo, salimos a pasear, me agarra las orejas para darme besos en los cachetes, jugamos a la pelota, al tira y afloje, a las persecuciones, al “zarandeo de la chancleta” –ese todavía no lo entiendo bien y mucho no me copa, pero ella le pone pasión así que ...-, bailamos, cantamos y así la vamos pasando. Por eso no puedo creer que seres humanos maten a los perritos. Si es mucho mejor para todos hacer lo que hace ella con los perritos. Una siempre se siente feliz cuando alguien te ama con la devoción que yo la amo a ella y sin embargo una se debe sentir muy miserable teniendo un crimen abyecto en la conciencia. Faruk y Sarita dicen que “hay gente para todo” y que “agradecé que te cruzaste a la loca esta, pero no te olvidés que antes hubo un ser humano que te despreció y te condenó a una muerte casi segura”. Yo no me lo quería tomar tan así, sobretodo porque el amor de ella eclipsaba cualquiera sufrimiento padecido con anterioridad a nuestro feliz encuentro. Pero acá nomás, cruzando las montañitas éstas, han matado muchos perritos. Es un horror. No me puedo explicar tanta maldad. Y aunque el dolor me mantiene la cola baja hago lo que ella me enseñó: Ladro las injusticias para hacerlas públicas. Aúllo mi pena porque no me la puedo guardar sino reviento del dolor. Esto es pura maldad.
Si pasan por
acá verán que también hay bondad.

viernes, marzo 17

Y Beto lamió todo mi cuerpo


Tuve amantes mortales, si me la iba a perder. Recuerdo uno en particular de una belleza incomparable: Adonis hubiese sentido el horror del eclipse al sol de su belleza de haber estado cerca de Alberto José Peruzzotti. Betito (como le decía la mamá) era precioso, no se lo podía mirar y nada mas. Yo lo contemplaba extasiada y cuando salía de ese ensueño era sólo para tocarlo, olerlo, morderlo, lamerlo, apretarlo, besarlo, chuparlo, rasguñarlo y regocijada exclamar: “¡¡Es real!!”. Pero Beto era de una imbecilidad tan infinita como su belleza. Y aunque es bien cierto que en mis relaciones, sobretodo con Beto, no es una condición sine qua non discutir para luego dilucidar los misterios de la física cuántica, cuando la idiotez se torna peligrosa (¡oh, desgracia! Y esto es mas común de lo que contrariamente se cree) es necesario erradicarla. Beto era tan estúpido como cruel. Tan imbécil como malo y tan tonto como inconmovible, lógicamente. Era un miserable endemoniadamente bello. He llorado de rabia, jalé furiosa mi melena y mirándome al espejo me he dado todas las cachetadas que me fueron necesarias para hacerme entrar en razón. “Circe amiga” pensaba sollozando mientras mi pócima bullía “tenés que hacer lo que tenés que hacer”. Alberto José Pierezzotti nunca hubiese probado nada que yo le hubiese preparado. Como todos los miserables esperaba una traición en cada gesto amable. Así que unté todo mi cuerpo con mi recetita y lo esperé desnuda. Beto lamió todo mi cuerpo, tal como se lo pedí. No lo iba a lamer de gusto, pero si lo iba a lamer si la lamida lo hacía sospecharse mejor amante. Mientras me lamía debía estar pensando (si es que él realmente podía pensar): “La Circe me va a poner como al mejor macho que tuvo nunca. Voy a estar primero en la lista. ¡Ja! Y ya van . . .” y ahí dejó de pensar porque el deleite que le causó su propio ego lo hizo eyacular.
El veneno fue eficaz. Beto no se dio cuenta de que estaba muerto porque lo asesiné a traición. Por eso
Hades lo escuchó decir: “Esto es lo único que te puedo dar Circe, yo no te quiero, ni te amo, sos mi vicio ¿entendés?”. No sé que habrá entendido mi querido Hades, lo que sí sé es que a Hades no se lo puede mirar a los ojos si uno quiere seguir siendo visible. Y fue así como Alberto José Peruzzotti desapareció para siempre.

jueves, marzo 16

¡¡Miren!!



Estos son los Mutts de Patrick Mc Donnell. Alguien que conoce, ama, protege y pide ayuda y consideración para con los animales. Y nunca olvida el humor. Un genio. ¡¡Además pueden ver una tira nueva todos los días!!

Panza para arriba está, bronceandose o buscando formas en las nubes,
Amor. Pueden ir a disfrutar de sus historias en Casi en Vano. Y atenti, porque un día nos decidimos y hacemos CirCe y Amor, el musical. Mucho tap, mucho glamour, algunas plumas y lentejuelas . . .yo no me lo perdería ni en pedo.

Y para despuntar el vicio de la escritura y esforzandose en seguir una idea para crear otra . . . Hagamos cuentos en comunidad. No sé si el Manchero sabe que su blog es comunista. Escribamos, entonces en Sabor a Muerto.

martes, marzo 14

El Secreto de Roxana



Todos me creen poco menos que estúpida. Estoy obligada a ser la figurita etérea, frágil, delicada, soñadora, casi incorpórea, siempre e las nubes. Me han asignado un papel con cara de muñeca y voz de falsete. Debo hablar sólo de frivolidades, suspirar, poner los ojos en blanco, abanicarme y sonreír frente al espejo. Naturalmente, según ellos, no sé nada del mundo. En mi presencia, ciertos temas nunca se tocan. Soy pura. No hay que rozarme ni con el pétalo de una flor, no sea que me deshaga en pedazos. Soy inocente. Mi madre dice: “¡Ah, si Roxana conociera lo que es la triste humanidad!” No soy práctica. Mi padre añade (y aunque trate de ocultarlo, advierto su fastidio): “Roxana no mataría una mosca”. En consecuencia, todos creen que pueden engañarme como a una babieca. Pero soy yo la que los engaño a todos. He comprendido desde el primer día que las cartas de Christián las escribe mi primo Cyrano. Y que el famoso discurso debajo de mi balcón lo pronunció Cyrano (reconocí inmediatamente su horrible voz gascona) y no Christián. Sé que mi novio es un burro y Cyrano una lumbrera. Pero amo a Christián y no amo a Cyrano. Christián es hermoso y Cyrano un adefesio. Finjo, pues, no darme cuenta de nada y sigo la comedia. ¿O que querían? ¿Qué confesase que sí, que Christián, con su linda cara, es incapaz de decir cuatro frases bien hilvanadas y escribir una decente carta de amor? Jamás. ¿Y que todos los méritos son de Cyrano y que se los reconozca en público? Menos aún. Nuestro triangulo se iría al diablo, Cyrano pasaría al frente, Christián se vería en la picota y yo caería en el mas atroz ridículo. En cambio así, cada uno es el personaje que me conviene que sea: el monstruoso Cyrano, nuestro correveidile; Christián, un buen partido, y yo, la novia que siempre está en la luna. Una mujer con reputación de despierta lo echaría todo a perder. Mi aparente ingenuidad, por el contrario, permite esa componenda que es la base de mi dicha. Esperad a que contraiga matrimonio. Entonces veréis si mato o no mato moscas.

Marco Denevi -FALSIFICACIONES-

lunes, marzo 6

Priapo´s Tea


No me gusta nada como se ha ido transformando el mundo. Y en parte porque limitaron mi poder de convertir en animalito a todo hombre mediocre que se me cruzara en el camino. Antes era tan fácil. Me acercaba melosamente y meneando el culo como si en eso fuera mi vida, les ofrecía un tecito: Priapo's tea, les decía que se llamaba la infusión. Me lo sacaban de la manos y se tomaban hasta la última gotita. Después de la bebida y según mi humor (soy poderosamente ciclotímica, pero es hormonal, soy eterna, así que la menopausía nunca, y bueh, tengo de esos días por muy inmortal que sea, eso no lo pude arreglar) eligía el animal en que se me iba a transformar el mediocre en cuestión. Al principio me dejaba estar: "ma´si que se transforme en lo que es, que tengo que andar opinando yo en estas cuestiones" pensaba equivocada. Pero así se me lleno la isla de cucarachas y moscas, un asquete. Así que empecé a metamorfosear conforme las necesidades ecológicas de la isla. Contemplando también mis necesidades estéticas . . . pero funicionaba bien. Si el té no funcionó con Odiseo fue justamente porque no era un hombre mediocre. Era un tipo audaz, atrevido, sagaz, valiente, esforzado, para que negarlo. Con tipos como Odiseo cerca no podés andar bufando amargamente: "¡Son todos putos!". Que corneó a Penélope, la corneó, pobre piba, pero volvió con ella y cuidó de que ella nunca se entere. Y por mi no lo va a saber, yo respeto al difunto que es el padre de mi hijo y mi suegro, que en paz descanse. Y la quiero a Penélope, que tiene la mejor onda aunque de Utilisima no la sacás. Además de tejer ahora se le dió por el papel maché y la porcelana fria. Decí que mi hijo, el Telegono, le aguanta todo a su mujer, después del moco de matar Odiseo por error. Cuestión que hoy en día los hombres ya no pueden ser mutados en los animales que yo desearía. Una lástima. Porque en el mundo de los animales, el motor único es el hambre y el hambre se sacía, tarde o temprano. Hoy lo único que detecto como motor de estos seres es la ambición . . . Añoro la ley de la selva y me aterra la ley del mercado.

miércoles, marzo 1

¡¡Ésta es una odisea!! De Eea a San Telmo


Me tuve que ir de la isla de Eea porque ya se había hecho vox populi lo de mis hierbitas y mi buena onda y tampoco puedo desvastar el ecosistema de la isla porque se me llena de marineros hincha pelotas y turistas japoneses. ¿Cuantos animalitos te caben en una isla? No tantos como yo creía. También está el temita que a mi me gustan los animales grandes, ya lo vieron a Faruk. Además no me parece muy justo transformar a un marinero fornido en un cuis, por ejemplo, sólo porque no caben todos. ¡¡Y los turistas!! ¡¡Madre de Zeus!! Me ponían de los pelos: desde temprano escuchaba los flashes y sus grititos histéricos ante cada roca de la isla . . . "¡¡Vayanse al Vaticano que está enfrente!!" les gritaba desesperada y nada. Peor. Me sacaban fotos a mi hasta cegarme. Si Ulises hubiera tenido ese aparatito diabólico otra sería la Odisea.
Así que ahora atiendo acá. Atiendo cuando quiero y si quiero. No se olviden que soy una diosa. Y las diosas somos así: caprichosas; aunque las dádivas, los sacrificios humanos y las bacanales en mi honor ayudan a mi buena predisposición. Se leer los mensajes que escribe el cielo, transformar en veneno o en remedio todo lo que crece del suelo y hago magia con mi sueldo. El sueldo de una hechicera ya no es lo que era. ¿No te digo? ¡Si yo tenía una isla! ¡Soy la hija del Sol, loco! ¡¡Del Sol con el Oceáno!! No es joda. Pero ya no se respeta nada. Menos a una diosa.