Uuhh, loco . . .

miércoles, agosto 9

Dulce Condena


Telémaco es y siempre ha sido mi mejor amante. Han pasado ya siglos y orgías y es él quien me hace desear seguir siendo una diosa inmortal. Si no fuera por el amor intenso que siento por él, por la alquimia olímpica de nuestros cuerpos eternos, por la pasión de nuestras almas sensuales, utilizaría mis divinos poderes para que Zeus me deje estar en el Monte y no volver nunca mas a este mundo que se desboca en violencia y en codicia. Y aunque quizás no pueda jactarme de ostentar la frondosa cornamenta de Hera, Telémaco también tiene sus cositas, además de su madre que en mi infinita bondad (y en mi escasa tolerancia para escuchar lloriqueos por toda la eternidad), concedí en inmortalizar también. A Telémaco le gusta llevar una meticulosa contabilidad de sus rendimientos sexuales y permanentemente me incita a ayudarlo a superarse. Mi dignidad me impide no levantar el guante y tomo la apuesta... He estado días untada con hierbas desinflamatorias por no evitar caer en la tentación de Telémaco. Penélope lo ha retado ya varias veces por esta conducta compulsiva. Mi hijo, harto de mis lamentos, le ha suplicado que sea mas cuidadoso. Telémaco, apalabrado por Hermes, promete a su madre y a su hermano no batir nuevos records... Quizás no los bate (¡no soy yo quien lleva la maldita contabilidad!) pero apenas Penélope y Telegono no están cerca nos envolvemos en prolongadas sesiones amorosas.
Estábamos en eso, cuando ya sintiéndome incapaz de sentir mas éxtasis, los animales avisaron que
Candelaria se acercaba a casa. Me vestí para recibirla dejando a Telémaco en la cama que me advirtió, fastidiado, que no me demorara mucho.
Candelaria estaba radiante. El sol parecía alumbrarla sólo a ella. Cuando me vio me abrazó y llenó de besos mis mejillas.
-¡Hechicera divina!- gemía feliz -¡gracias, gracias!
-¡Estás embarazada!- exclamé cuando en el abrazo apoyó su panza en la mía
-¡Si!- dijo llorando y riendo –Hace un mes, hoy lo confirmé y es por eso que vine.
-Es del marica ¿No es cierto?
-Si. Nos hicimos amigos mucho mas rápido de lo que yo suponía. Es un excelente amigo, adorable. Como usted dijo tuvimos algunas pocas relaciones amorosas en ocasiones... Estábamos mucho tiempo juntos, nos queríamos, nos reíamos, jugábamos... fue inevitablemente natural. Apenas lo informe de mi atraso su alegría fue infinita. Nunca había visto yo tan feliz a mi amigo ni a nadie para ser franca. ¡Saltaba y bailaba cantando: “un hijo, un hijo”!. Me confesó que él temió, dada su enorme atracción por los hombres, jamás tener hijos. ¡Oh, hechicera, soy tan feliz! Somos los dos tan felices. ¡Y pronto seremos tres personas inmensamente felices! Seremos dos amigos unidos en este purísimo amor... Nuestro hijo es el fruto de las mas bella amistad.
-¡Bendita familia has formado!
-Si, aunque... - dudo
Candelaria – No es normal, mas considerando que él tiene un amante: Ricardo, un hombre muy bello y muy bueno también.
- ¿Y que es normal?
- Lo que todos hacen
- ¿Y que hacen todos?
- Se casan entre heterosexuales y tienen hijos dentro de ese matrimonio.
- ¿En serio que todos hacen eso que estás diciendo? ¿Y desde cuando que todos hacen eso que yo no me he enterado?
- Bueno... – dudo
Candelaria una vez mas –no sé si todos lo hacen así y sinceramente tampoco sé hace cuanto tiempo que esto es así...
- Entonces no te guíes por lo que supones es normal si no lo sabés. Yo tampoco lo sé. Abandonate sin miedo a lo que sentís natural. Sos un alma noble y tu inclinación natural es el amor que no vas a poder ésta vez encuadrar dentro de las normas creadas no justamente para que el amor se realice.
- ¿El matrimonio no es acaso una buena norma para sostener al amor?
- No lo sé. Sé que podría no ser la única norma. Sé también que naturalmente desearía abolir todas las normas. Por otro lado, no puedo concebir a que se le puede llamar amor normal o anormal... ¿Las normas del amor? Eso es un oxímoron.
Candelaria me volvió a abrazar tan feliz como había llegado y se fue prometiendo volver pronto a visitarme.
-¡Mi amor! –bramó Telémaco desde la cama -¡Vení!